La Vida se manifiesta en nuestras vidas siempre y cuando mantengamos abiertos los caminos del interior. El actual ritmo de vida y los requerimientos de nuestra sociedad dificultan cada vez más ese acceso al interior personal en el que se encuentran las materias primas para la construcción de nuestras vidas. Sin darnos cuenta, nos autoexiliamos de nuestro hogar interior. Allí, utilizando la imagen del Maestro Eckhart, Dios se encuentra como en su casa, pero nosotros nos sentimos extranjeros.

Educar la Interioridad es favorecer los procesos y proporcionar las herramientas que nos permitan volver a casa, al hogar interior para desde allí vivir unidos a los demás, al mundo, a Dios.

martes, 7 de abril de 2020

Martes Santo. Fidelidad: ¿a quién?

MARTES SANTO: Fidelidad ¿a quién?

Jesús, profundamente conmovido, añadió con toda claridad: "os aseguro que uno de vosotros me va a traicionar".(Jn 13,21).

Sentado a la mesa con sus discípulos (y aunque de ellas nada se diga, seguro que ellas estaban ahí, las discípulas), Jesús se conmueve profundamente. Sabe que se acerca el momento culminante y percibe con claridad lo desorientados y perdidos que están sus amigos. Tres años a su lado y no entienden ...

Le conmueve, le llega a las entrañas percibir el movimiento de sus corazones hacia el miedo, hacia la sospecha, hacia la duda, hacia el deseo de control. Les entiende, como no iba a hacerlo si él mismo siente asomar en su alma una tristeza de muerte. Sabe que le quieren, que le admiran, cada uno a su manera. Sabe que Juan, ahí, recostado sobre su pecho, desea consolarle y darle fuerza. Sabe que Pedro se cree más fuerte y seguro de lo que es. Sabe que Judas ¡ay, Judas! ya no está con él, su corazón se ha enquistado en una noche en la que la luz del amor de Jesús no puede penetrar. Y esa oscuridad en el corazón de Judas le conmueve más que nada. 

Jesús entiende que Judas será fiel a lo que la oscuridad le dicta. En esa oscuridad las cosas se ven de otra manera. en esa oscuridad la Luz es una enemiga a la que hay que combatir. Y, en esa oscuridad cerrada, lo difícil es mantenerse fiel a la Vida. Jesús lo aprendió durante sus cuarenta días en el desierto. Allí escuchó todo tipo de voces interiores de oscuros, pero seductores perfiles. Entiende a Judas,sí, como no hacerlo.

Porque la traición de Judas no es traición sólo a la persona de Jesús. Judas se traiciona a sí mismo, traiciona las leyes de la Vida y traiciona las promesas de Dios. Judas se alía con la anti-Vida. Da entrada en sí al juego sucio y, más tarde, a la desesperación. Todo en pro de un dios inexistente. Todo por dejarse atrapar poco a poco en la red tupida de la manipulación y el autoengaño.

La traición de Judas, como la mía, es traición a la promesa de Vida de Dios. En pro de una torticera fidelidad a construcciones de la parte mediocre de nuestro yo, desviamos la mirada de Dios y construímos realidades virtuales a las que conferimos más valor y realidad que a la Realidad. La traición a la Vida es traición a uno mismo, a nuestro verdadero ser y destino. Esa traición se gesta en el miedo, en el ansia de control desmedido, en la mente cuando se desvincula del corazón...

A Jesús le conmueve todo ello porque sabe que, una vez tomado ese camino, ni Dios mismo puede salvarnos. Así le sucederá a Judas, cuando se autoexilie de la misericordia de Dios y decida poner punto y final donde no lo había. Bien lo sabrá Pedro pero, a diferencia de Judas, sus lágrimas serán la puerta de acceso de la Luz a su interior.

Quizá Jesús, mientras afirmaba la traición, miraba a los ojos a Judas deseoso de ver en su mirada una lágrima redentora... Pero no...

Me pregunto: fidelidad ¿a quién? ¿a Dios o a mi imagen de Dios? ¿a mis esquemas de pensamiento o a loa que la Vida me susurra y hasta me grita en cada esquina? ¿a mi miedo o a la fe? ¿a mí o a lo que esperan de mí? ¿a un porvenir que no es aún o al presente en el que todo está siendo? 

Fidelidad: ¿a quién?



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