La Vida se manifiesta en nuestras vidas siempre y cuando mantengamos abiertos los caminos del interior. El actual ritmo de vida y los requerimientos de nuestra sociedad dificultan cada vez más ese acceso al interior personal en el que se encuentran las materias primas para la construcción de nuestras vidas. Sin darnos cuenta, nos autoexiliamos de nuestro hogar interior. Allí, utilizando la imagen del Maestro Eckhart, Dios se encuentra como en su casa, pero nosotros nos sentimos extranjeros.

Educar la Interioridad es favorecer los procesos y proporcionar las herramientas que nos permitan volver a casa, al hogar interior para desde allí vivir unidos a los demás, al mundo, a Dios.

viernes, 3 de abril de 2020

Nos llamarán reparadores de brechas (Is 58,12)

En el años 2000 comenzaba en Barcelona mi camino de reflexión y creación en torno a la Educación de la Interioridad. Nació en ese contexto incipiente este poema que, leído hoy, me trae ecos iguales y también nuevas resonancias desde la particular experiencia que estamos viviendo como planeta. Os lo ofrezco para vuestra propia reflexión.

Se nos cae la casa,
de tanto mirar hacia fuera,
tan preocupados estábamos
construyendo cercas y muros
que delimitasen nuestros límites.

Se nos cae la casa,
una aluminosis silenciosa                                                   
ha ido comiéndose la robustez
de sus paredes,
alguno avisó,
pero, ya se sabe,
la burocracia, los papeleos van despacio,
para cuando quisieron llegar los inspectores,
una pared se había caíado a pedazos,
hubo heridos
y ya no quieren volver a vivir 
a esta casa que ahora
intentamos mantener en pie.

Se nos cae la casa
y cuando cayó aquella pared
a algunos nos sorprendió ver
el paisaje abierto
que se extendía más allá.
Hubo quien aprovechó la apertura
de los límites
para ir a conocer a los vecinos:
unos cuantos no regresaron,
otros decoraron sus pisos
al estilo de lo que habían visto,
muchos reaccionaron cerrando sus puertas
a cal y canto:
que cuando caen paredes
bueno es que las puertas se cierren con candados.

Se nos cae la casa, 
ante la evidencia
conozco vecinos que se pasan el día llorando
y lanzan gritos de espanto 
ante cualquier pequeño crujido
y temen los portazos.
También sé de algunos
que han hecho de la queja
una especie de canto:
"Que ya lo decía yo",
"que esto iba a pasar"
"que es culpa del vecino del quinto
y su gusto por las reformas..."

Se nos cae la casa,
un grupo de inquilinos
(que no de propietarios)
hemos decidido
bajar hasta los cimentos,
después visitar piso por piso
hasta llegar al terrado.
Anotaremos todo lo que veamos
y llamaremos a especialistas,
visitaremos a los vecinos,
a los que están más allá del cercado,
quizá tengan buenas ideas
sobre cómo reparar un edificio afectado.

Se nos cae la casa
y nos parece una buena oportunidad
para emprender una reforma a fondo,
de las que duran años,
viviremos entre polvo y ruidos
lo que sea necesario.
Nos llamarán reparadores de brechas
los que nos vean trabajando,
porque hemos decidido
arrimar el hombro y hacer de paletas
un rato, de fontaneros, lampistas,
y de lo que se nos tenga asignado,
que se nos cae la casa
si no hacemos algo.

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